El 13 de enero se habrán cumplido ya 7 meses desde que el socialista Santiago Llorente accediera a la alcaldía de Leganés. Ya se ha agotado el 15% del mandato municipal, lo que en términos futbolísticos podría decirse que ya ha transcurrido un cuarto de hora del partido. ¿Y qué se ha hecho hasta ahora? Siguiendo el símil deportivo, el entrenador Llorente lo que ha hecho ha sido practicar un juego tan aburrido, marrullero y falto de empuje o peor que el del anterior míster, poner en el once inicial a mediocres futbolistas (alguno absolutamente innecesario) con elevadas fichas, y llenar el cuerpo técnico y el banquillo de gente sin preparación, ni profesionalidad cuyo principal, por no decir único, mérito es ser de la cla, amigos, familiares o cuota interna del PSOE.
En estos minutos de juego también ha comprado (ya lo adquirió antes de hacerse cargo del equipo) al miembro de la Directiva que es la llave para cambiar de entrenador. Espera que con el paso de los minutos el juego sea tan soporífero que nadie siquiera tenga ganas ni de moverse. Con todo el mundo anestesiado y despistado podrá ir dando oportunidad a jugadores del banquillo que esperan agazapados su minuto de gloria. Mientras, el entrenador no hace ascos en hablar con otros clubes, el caso es mantener su modus vivendi y devolver los favores de quien le ayudó a estar ahí. Intrigará si hace falta incluso para vender el estadio, su ciudad deportiva... Todo vale.
En los entrenamientos su equipo no se esfuerza, sabe que mientras tenga en su bolsillo a ese directivo sus puestos no corren peligro. Afloran las comilonas, los excesos de todo tipo y el desbarajuste táctico es antológico. No hay plan ni estilo de juego. Ni tan siquiera hay objetivos. En el vestuario por no hacer, no se limpia ni las papeleras. La prensa y la afición está echando humo, pero a Llorente le da igual. Sabe que sus gustos y preferencias son volubles. Confía en poder comprarla también antes o después. Lo único que importa es resistir, mantener el bastón a toda costa y a cualquier coste, aunque no se haga nada con él. La generosa nómina para él y los suyos cae todos los meses. Más que suficiente.
Y este es, en principio y a día de hoy, el triste y sombrío panorama que rodea al Ayuntamiento de Leganés Club de Fútbol. Y nada indica que vaya a cambiar. Aunque, paradójicamente, Santiago Llorente guarda cierto parecido con Rafa Benítez. Quizá sea más un deseo que una realidad que a ambos les depare el mismo final.
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