
No se asuste el ya de por sí atribulado y aún alcalde de la ciudad. Ya sabemos que nunca se atreverá a presentar una cuestión de confianza al pleno. Es más que probable que
no le votaran ni los suyos. Nos referimos a uno de los temas de los que hablamos en el discurso institucional durante la entrega de las medallas de la Villa y conmemoración del XXXIV Aniversario de la Constitución Española. Aquí les dejo el contenido del mismo para que entremos en debate. Prometo no llamar a la Policía Local para desalojarles por la manifestación de sus ideas, por muy contrarias que sean a las mías.
Alcalde, portavoz interino del PP, portavoces de PSOE e IU, miembros de la corporación, representantes de las casas regionales, directivos y miembros de multitud de asociaciones y entidades del tejido social de Leganés, vecinos todos. Muy buenas tardes.
Hoy conmemoramos el trigésimo cuarto aniversario de la Constitución Española y a la vez rendimos homenaje a cuatro distinguidos personajes de nuestra localidad. Cuatro hombres de bien como don Antonio Gil López, don Vicente Gordillo Carmona, don Francisco Pérez Fernández y don Enrique Sánchez García. Todos ellos más que merecedores del aplauso público y del reconocimiento institucional, aunque no puedo pasar por alto mi especial debilidad por Vicente Gordillo, “el Gordi” para sus amigos. Vicente, te has ganado a pulso esta medalla de la villa. En todo caso, un abrazo fraternal para estos cuatro ases que como se diría coloquialmente: sois unos cracks.
Y decía hace unos segundos que precisamente nuestra Carta Magna cumple 34 años. Y me siento muy identificado con ella aunque sólo sea por su edad, ya que este que quien les habla no llevaba ni un año de vida cuando fue aprobada en referéndum por los españoles un 6 de diciembre. 34 años empieza a ser una edad significativa. A algunos les da por ir al gimnasio para no perder la figura, a otros por hacerse la cirugía estética, por ser padres… No cabe duda de que empieza a ser un momento en cierto sentido crítico. Y eso mismo pasa con la Constitución Española, que a sus 34 años y para que la veamos en plena forma no cabe duda de que algo debe hacerse. Y dándole vueltas al discurso de hoy, de lo que me di cuenta es que como las versiones del Windows, la constitución debe actualizarse. Sí, actualizarse. Pero no al modo de querer romperlo todo y querer volverlo a construir. Porque en realidad, lo más revolucionario que puede pasar con la Constitución es que empiece a cumplirse en su integridad. La mejor reforma es que los que gobiernan esta Nación, se la crean en todos y cada uno de sus artículos y no solo en aquellos que les interesa. El mejor homenaje que se puede hacer a la Carta Magna es respetarla con los hechos, porque obras son amores y no buenas razones.
Y no olvidemos que las leyes son un instrumento al servicio de la sociedad y no son ni pueden ser un corsé que impida a esa sociedad avanzar y, ni mucho menos, las leyes, y en este caso, la ley de leyes que es la Constitución pueden convertirse en letra muerta o en un ídolo pagano al que se adora por inercia.
Y por eso mismo, porque no nos gustaría que la Constitución se convirtiera en letra muerta, hoy quiero glosar cuatro artículos de nuestra Carta Magna, como cuatro leganenses son los hoy premiados.
Artículo 1.
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Un pluralismo que no se entiende si no se practica el diálogo, el espíritu de consenso y el respeto a todas las fuerzas políticas, donde las ideas no son desalojadas, en todo caso debatidas.
Artículo 24.
1. Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.
Una indefensión que nos produce a todos los españoles ver la situación de la Justicia y de cómo no es igual para todos, ni es igual en todos los sitios.
Artículo 31.
1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
De este artículo poco podemos decir cuando observamos casos tan escandalosos como los del expresidente de la CEOE, Díaz Ferrán, o las amnistías fiscales que premian a los que incumplen con sus obligaciones con esa Hacienda que un día nos dijeron que “somos todos”, pero que cada vez pensamos más que la forman muy poquitos.
Artículo 35.
1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Y me detengo especialmente en este artículo 35: Todos tienen el deber y el derecho al trabajo. Y digo esto porque parece que es un artículo del que sólo se acuerdan algunos el día que hay huelga. A mí me gustaría que nos acordáramos del mismo y en especial los que gobiernan alguna administración, todos los días del año. 19.000 desempleados en Leganés nos están esperando.
Para terminar, quiero acabar con una frase que dice que “Actualmente la libertad y la seguridad no se encuentran tanto en lo que tenemos, sino en lo que podemos crear mediante la confianza”.
La confianza es ese pegamento que une a las personas y a las instituciones, es el plasma por el que corren todos los elementos que integran la sangre del pueblo. Sin esa confianza y me dirijo en estos momentos al todavía portavoz del gobierno municipal, todo se destruye, se descompone, se inhabilita. Lamentablemente, cuando se pierde la confianza es casi imposible recuperarla y por eso se tejen otras relaciones donde esta confianza pueda germinar. Hoy en día hay una crisis de confianza generalizada, tan generalizada que ni siquiera escapa a los miembros que nos podamos sentar en esta mesa de al lado. Una confianza que espero que podamos insuflarnos entre todos para salir de la extraordinaria dificultad en la que nos encontramos.
Confianza, queridos vecinos, queridos leganenses. Trabajemos para generar esta confianza, y apartémonos de quienes la destruyen.