martes, 3 de julio de 2018

Las contratas en Leganés no cumplen con los vecinos pero sí con el alcalde

Da casi igual cuándo leas este artículo porque siempre será verdad en Leganés mientras gobierne el PSOE (36 de 40 años en democracia con el negro paréntesis del PP que tampoco puede sacar pecho al respecto). El ayuntamiento de nuestra ciudad dirigido cuatro décadas casi en exclusiva por el "socialismo" ha privatizado, externalizado dicen eufemísticamente, la práctica totalidad de los servicios públicos: limpieza, recogida de residuos, mantenimiento de vía pública, de edificios públicos, alumbrado, zonas verdes... Y en todos ellos las deficiencias son crecientes y las quejas de los ciudadanos cada vez más insistentes, siendo con el mandato del actual regidor Santiago Llorente y su socio de correrías, conocido como el Bartolín pepinero cuando se ha llegado al clímax.

Todo responde a una dinámica de corte clientelar en la que el gobierno no exige a las contratas lo que se establece en los pliegos (tanto en el clausulado "normal" como en lo que se refiere a las obligatorias mejoras que en muchos casos permitieron ganar el concurso, llámese número de contenedores de basura, instalación de puntos de recarga eléctricos, acondicionamiento de calles, carriles bicis...) o incluso es magnánimo en los "modificados" de los contratos y, a su vez, la empresa ante esta generosidad del mandatario es muy sensible a las recomendaciones laborales del gobernante (o dicho de otro modo al dedazo o enchufismo al afiliado, afín o familiar) o a las necesidades o caprichos puntuales, incluso crematísticos del "marqués" de turno. Ya lo vimos por ejemplo en las pasadas fiestas patronales cómo determinada contrata salva los muebles y el ridículo mayúsculo con la instalación (reinstalación) de las talanqueras ante la chapuza y el incumplimiento de la concesionaria de La Cubierta. Las contratas viven en permanente hora feliz con este ayuntamiento: cobran el doble y hacen la mitad.


No existen ni expedientes ni sanciones para las contratas, no hay control efectivo, se niega por el poder cualquier mínima supervisión por parte de los grupos de la oposición, se ocultan informaciones, se manipulan documentos... Reina la omertá, el silencio, el chanchulleo, el mercadeo con la complicidad de no pocos empleados públicos. Sí, no nos rasguemos las vestiduras, también en el ámbito funcionarial la ética se desvía en demasía, incluso más que en el ámbito político. Todo en detrimento de los intereses generales, de los recursos públicos, del bien común. Son muchos los años de favores mutuos, de intercambios de prebendas, de cutrepuertas giratorias, de laxos controles... Todo un engrasado sistema corrompido, dañino y nocivo para los vecinos.

¿Puede esto cambiar? Sin duda, así lo creemos en ULEG y llevamos años luchando en ese ámbito, pero solos no podremos, difícilmente podrán cambiar las cosas si seguimos apoyando a los mismos que no tendrán ningún incentivo para hacer las cosas de otra manera si así se les sigue votando. Reflexionemos al respecto y cuando vemos cómo nuestros contenedores no tienen pedal, rebosan de papel y cartón, la maleza crece por doquier, el agua de riego salta a deshoras o se fuga, se poda mal y a destiempo, las calles están llenas de hojas y desperdicios..., piensen que nada es por casualidad ni es gratis. Todo tiene un coste y alguien obtiene un beneficio. Lo primero siempre descansa en el ciudadano, lo segundo casi nunca.

PD: La foto está en @josesevillarigo, pero se pueden encontrar muchas más que ilustran el nefasto mantenimiento y cuidado de la ciudad y el imperio de las contratas en @unionporleganes, @carlos_aranzana, en @carlosULEG y un sinfín de cuentas de facebook y twitter de muchos vecinos de todos los colores y sabores.

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