martes, 4 de diciembre de 2018

Homenaje a la Constitución, a la unidad de España, a la libertad y a los auténticos valores patrióticos

Les dejo el discurso que pronunciamos ayer con ocasión de la conmemoración de la Constitución Española, ya próxima a las cuatro décadas de existencia. En la magnífica foto, de Jesús Troyano, pueden ver a los dos hijos predilectos ayer homenajeados, Daniel Carvajal y Salustiano Toribio.

Buenas tardes a todos:

Sean ustedes bienvenidos a este acto de conmemoración del 40 aniversario de nuestra Constitución. Norma, conviene recordarlo, que ha propiciado junto al empuje y trabajo de varias generaciones al unísono los mejores 40 años de la historia de España. Y digo España y no otros eufemismos porque no tengo ningún complejo ni lo tenemos en el partido vecinal de ULEG que represento en honrar su nombre, su himno y su bandera. Ahora y hoy más que nunca.

Porque la nación española, una de las más antiguas del mundo, es la fuente, origen y destino de todo. Fuente y destino que no se puede fragmentar a riesgo de fracturar a todos los que la integramos. Su unidad, no lo olvidemos, no es una reliquia o un tótem patriotero al que rendirse acríticamente, sino la garantía más eficaz para la igualdad de todos los españoles y que ninguno de ellos se sienta extranjero en su propia tierra, labrada por españoles como nosotros desde hace siglos.

HISTORIA, MAGISTRA VITAE.
La Historia, gran maestra de la vida, ya nos ha mostrado con sus cicatrices en esta piel de toro lo que es un pueblo dividido en reinos de taifa, en luchas fraticidas, dogmáticas, en antagonismos sectarios que lo único que han generado es miseria, desesperación, sangre y servidumbre. Aprendamos de ella y del valor de la libertad, que como dijo el maestro Cervantes en boca del universal personaje de Don Quijote es “uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.

Hoy es también una ocasión idónea para reconocer junto a este cumpleaños tanto a quienes fueron ponentes de esa Carta Magna, personas con dispar ideología pero con un común sentido de estado y de verdadero patriotismo, como a vecinos ilustres de esta localidad como la estrella del Real Madrid Daniel Carvajal, o a alguno de ellos triste y recientemente fallecido como el querido y con quien tantas charlas hemos echado en las casetas de las fiestas Manuel Espinar. Seguro que hay más personas y entidades que se merecen este homenaje y que hoy no se lo rendimos, pero tampoco hay duda de que a quienes se lo tributamos en esta jornada han hecho méritos sobrados. Y aquí me quiero detener unos segundos en D. Salustiano Toribio Montes, Salus, un centenario vecino. Una institución por sí mismo y a quien ya llevábamos años debiéndole este reconocimiento. Pocos como él encarnan en lo que Unamuno llamaría intrahistoria el espíritu de la Constitución de 1978. Hombre noble, bueno, trabajador, vivió en primera persona y como protagonista las vicisitudes y penurias de la guerra civil en este caso en el bando republicano y de la posguerra. Fue el primer vecino del barrio de San Nicasio y en cualquiera de las deliciosas conversaciones que se pueden mantener con él, interminables en anécdotas y de demostración de sabiduría popular, nunca encontrarán una sola gota de rencor, de odio, de resentimiento. Todo lo contrario, comunión, empatía, reconocimiento, amistad y respeto por el otro. Salustiano, hoy te nombra la corporación de tu pueblo hijo predilecto, aunque para muchos lo que eres es un padre predilecto para los leganenses de bien.

Vivimos momentos de zozobra, donde el ruido, la agitación, el desgaste por los graves y reiterados episodios de corrupción, las tensiones secesionistas y las soflamas del mesianismo que aflora cíclicamente  nos ha hecho perder a la sociedad referentes estables, cercanos, populares, honorables e idóneos. Salustiano puede ser perfectamente uno de esos referentes que honrar. Felicidades.

ESTADISTAS VS DETENTADORES DEL PODER
La crisis económica y de valores, sin tener claro cuál de ellas es la causa y cuál la consecuencia, ha zarandeado lo que parecían cimientos sólidos. Todo se pone en duda y en solfa, en una especie de enmienda a la totalidad, de tabula rasa con la que volver a empezar de cero, olvidando las centurias que nos acompañan  y sin tomar nota de lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

El desafío es mayúsculo, pero precisamente es en estas fases donde se mide a los estadistas y se les diferencia de los que son meros detentadores del poder. Porque un patriota no es el que se abraza a una bandera para tapar con ella sus miserias, ni es el que más vocifera palabras grandilocuentes o se da golpes de pecho.

Un patriota es quien de manera sorda, discreta, serena y sensata contribuye cada día en mejorar su patria y a sus compatriotas. Quien hace de su ejemplo su mejor programa político. Es quien se esfuerza en unir y en crecer, en sumar y añadir, en ampliar y engrandecer. En trabajar porque reluzca la verdad y en apartar la mala hierba. Eso es el verdadero progreso. Y esto vale para un Estado, para una comunidad autónoma y para un ayuntamiento.


Y en ese horizonte de verdad y progreso es donde todas las personas, sin etiquetas, debemos confluir fraternalmente. Que la razonable y necesaria crítica no nos impida ver el bosque de renovadas ilusiones en las que todos juntos construyamos un futuro mejor, más libre, más igual, más seguro y solidario para nuestros hijos y las próximas generaciones, donde con sano orgullo se pueda decir alto y claro hoy, mañana y siempre: ¡Viva Leganés, Viva España! 

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