Lo que está sucediendo en Leganés es muy serio. Hay una confluencia de intereses empresariales, urbanísticos y políticos que durante muchos años han hecho de la ciudad un cortijo en manos, literalmente, de cuatro. Ese cortijo se perpetuaba y protegía mutuamente fruto de relaciones personales, familiares, clientelares y mercantiles donde determinados caciques ejercían como señores feudales del municipio. El nivel sociocultural, el control/uso de determinada prensa y el "statu quo" favorecía el mantenimiento de un régimen que contaminaba prácticamente todas las esferas de la vida pública e incluso privada, ahogando o marginando a todo aquel que osaba enfrentarse a ese orden de cosas.
La sociedad avanza, las nuevas tecnologías, el surgimiento de alternativas para acceder a la información, movimientos sociales más formados sectorialmente..., así como el nacimiento de un partido en los inicios del s. XXI como ULEG comienza a remover los cimientos de esa "natural y casi teológica realidad inmutable". ULEG supone un aire fresco y un banderín de enganche y esperanza para batallar contra los abusos de las instituciones (podemos recordar lo vivido con la tasa de basura, o posteriormente las preferentes), pero también de empresas, colectivos o individuos que consideran que están por encima de la Ley.
En ese escenario de componendas, especulación urbanística, mercadeo de influencias varias..., siempre se ha movido como pez en el agua el sr. Francisco Montero Moral, conocido según las escuchas intervenidas a diversos implicados en la trama de corrupción Púnica y que aparecen registradas en el sumario judicial como "Monteroni", nombre con reminiscencias sicilianas que al buen lector seguro que le harán llegar a las conclusiones más acertadas.
Hoy sirve este post de prólogo a todo lo que vamos a ir descubriendo y haciendo público del sr. Francisco Montero Moral "Monteroni", el dueño de la Gestoría Montero, el muñidor de múltiples operaciones urbanísticas dentro y fuera de Leganés, factotum de un hotel faraónico en Bohoyo (Ávila), de la estación de esquí de La Covatilla (Béjar)... Este señor, enormemente beneficiado siempre de la gestión de innumerables Juntas de Compensación y perejil de las salsas más indigestas, en concierto con los que ahora lideran tanto a PP como PSOE de Leganés, ha visto definitivamente amenazado su modus vivendi por el carácter implacable de ULEG en la lucha contra las corruptelas, de la existencia de una contratación transparente, un urbanismo limpio, un acceso a la administración pública ceñida al mérito y la capacidad y no al enchufismo...En definitiva, el proyecto de ULEG de hacer de Leganés una ciudad abierta, vanguardista, próspera para todos, libre del medievo y de la componenda rural más zafia. Y el miedo, el haber caído en la ruina, el síndrome de abstinencia de un poder e influencia ya perdido y que nunca se recuperará
produce particulares obsesiones, paranoias y, en consecuencia, reacciones. Reacciones que consisten en el caso de ULEG en una interminable y cada paso recrudecida campaña de difamaciones, desprestigio arbitrario, intoxicaciones burdas contra esta formación y su presidente, Carlos Delgado Pulido... ¿Por qué? ¿Por cuánto? A buen entendedor, pocas palabras bastan. Una pista, todos ven en este 2019 más cerca que nunca que el partido vecinal alcance la alcaldía y eso para algunos (los corruptos, los granujas, los vividores, los adictos al pesebre y canonjía pública...) puede ser la peor pesadilla. Saben y han podido comprobar que tanto ULEG como yo, somos insobornables. Es la diferencia entre tener vocación de servicio y tener vocación de negocio. Esta última es legítima, siempre que no se mezcle con lo político y el patrimonio público.
Pero el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Y ya ha llegado el tiempo de poner en su sitio a D. Francisco Montero Moral "Monteroni", al que podemos ya decir que es un presunto Don y un presunto gestor. Estén atentos en las redes, en sus buzones, en los plenos, en comisiones de investigación, en paneles informativos... Hoy es sólo un modesto preámbulo.
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