Vergüenza

Ayer ni siquiera se llegaron a celebrar los tres plenos que estaban previstos. Dos eran de trámite: la constitución formal de Emsule y Legacom para esta nueva legislatura. Pero el último tenía varios puntos importantes a tratar: la composición de las comisiones informativas, la dedicación de los concejales, el personal eventual, la periodicidad de los plenos, los precios infantiles para las escuelas infantiles, el programa de subvenciones para rehabilitación de edificios, así como la aprobación de cuestiones urbanísticas: permutas de terrenos y convenios urbanísticos.

Pero no, no se pudo entrar en el fondo de una jornada que prometía ser entretenida. Cuatro concejales del PSOE, los famosos “díscolos” capitaneados por Santiago Llorente, no acudieron al pleno, lo que provocó que el alcalde suspendiera el pleno.

A mi me sorprendió muchísimo tal medida. A los pocos minutos de producirse el hecho consulté sobre la misma al secretario judicial quien afirmó que era una decisión perfectamente legal. Supongo que será así, si bien ya han aparecido declaraciones de la portavoz popular amenazando con presentar una querella por prevaricación contra Gómez Montoya. En cualquier caso, fue un nuevo motivo más para sentir vergüenza por todo lo que está pasando en este ayuntamiento, donde parece que hemos entrado en una dinámica en la que todo puede empeorar aún más y en la que no se pierde oportunidad para despellejar y hacer sangre a diestro y siniestro.

Apelo a la responsabilidad de todos, y en especial a la de los concejales socialistas que ayer incumplieron con su deber de acudir al pleno, ya que lo mínimo que se ha de pedir es que den la cara, aunque sea para oponerse a su líder. Se lo deben a sus votantes y sobre todo a los vecinos, que una vez más acudieron ayer en gran número a una nueva farsa. Por favor, arreglen sus disputas y pleitos cainitas ya, porque como refería ayer a los medios de comunicación, ni los vecinos, ni el resto de representantes públicos han de ser quienes paguen el pato.

Una solución podría ser la convocatoria de elecciones, pero la normativa es extremadamente rigurosa en este aspecto, con lo que no queda otra que encontrar una solución inmediata (ya sea con dimisiones, con disculpas públicas o con un provisional gobierno de concentración…) ya que el reloj de la paciencia se nos agota a todos.

Y aunque como ustedes saben, ULEG no tiene ninguna culpa de lo sucedido se siente corresponsable como miembro de la corporación de lo que está pasando. No nos merecemos tener vacaciones en agosto, así que exijo al resto como me exijo a mí mismo que nos pongamos ya a trabajar, pero visto lo visto, ¿qué será lo próximo?