La manipulación de La Plaza

Mientras se habla de lograr una RTVE o una Telemadrid independiente y unos y otros se tiran los trastos sobre Prisa, la Cope…, nos topamos con la cruda realidad al ver cómo tales bellos propósitos no se cumplen ni en las gacetillas locales. Como ciudadano de Leganés, más allá que como candidato a la alcaldía, he de denunciar la manipulación, la censura y la desinformación que sufrimos todos los ciudadanos por parte de nuestra revista “La Plaza”. Este medio, financiado por todos, es un verdadero NO-DO al servicio del equipo de gobierno (PSOE-IU). Una revista cuyo principal mérito es “vender” las “excelencias” de la gestión municipal, todo un gran panfleto propagandístico con el que deleitarnos cada mes en nuestros hogares. Una intoxicación que por acciones y omisiones seguro que se incrementará con la cita electoral y que nos hará sentir vergüenza ajena a todos esos vecinos que no nos sentimos vasallos del poder.

Ya es vox populi y no sorprende a nadie que esta revista siempre excluya de su concepto de interesante aquello que siendo de gran importancia pueda suponer un desprestigio a la de por sí mala labor del alcalde o del equipo de gobierno (PSOE-IU): tasas ilegales, retrasos y chapuzas urbanísticas, las excentricidades relojeras de Emsule, suciedad en las calles, autoritarismo, inseguridad ciudadana, carencia de soluciones, las denuncias o propuestas de asociaciones o partidos críticos... Pero tampoco podemos pasar por alto la hipocresía de la candidata del PP, que descalifica a la Plaza y a Legacom, pero como ella puede expresarse con libertad y la sacan en las fotos no mueve un dedo por cambiar esta situación ni se solidariza con el resto de colectivos vecinales y políticos censurados. ¿Por qué no deja su próximo espacio vacío como protesta o lo cede solidariamente?
Enhorabuena, La Plaza, gracias por silenciar a los leganenses.

Y ahora como candidato, sí me gustaría decir que si ULEG accede a la alcaldía, se convocará un referendum para que los vecinos juzguen si creen necesaria la existencia de una revista local y de una empresa como Legacom, y se decida qué contenido debería tener (o más bien no debería tener). Si creen que no es necesario, seguro que habrá buenos fines para gastar el más de millón de euros anuales que nos supone el panfleto.