Las cuentas del concejal de Hacienda de Leganés son un churro

Como saben, Alejandro Martín Illarregui, edil de Hacienda y de Recursos Humanos, es uno de los integrantes del que he venido a bautizar como el triunvirato que dio un sutil golpe y asumió de facto, aunque intermitentemente, las riendas del gobierno municipal ante la escalada de despropósitos del alcalde antes del verano. Le tengo por una persona sensata, razonable, educada y poco dada a las estridencias, aunque taimado y excesivamente "autocontrolado". Ahora bien, en el pasado pleno municipal no cabe duda de que el señor Martín Illarregui patinó en grado sumo y dejó varias líneas de flotación muy desprotegidas, mostrando aspectos que hasta ahora había sabido ocultar muy bien. Las cuentas que desgranó relativas al estado económico y financiero del ayuntamiento de Leganés no pudieron ser más tramposas y más maquilladas con este nuevo "photoshop" consistente en directamente inventarse cifras y repetirlas como una letanía: ni la deuda municipal es la que dice, ni el grado de obtención de los ingresos, ni el estado de ejecución del presupuesto... A pesar de que se le demuestra con datos incontestables su fantasía (recomiendo ver íntegra la comparecencia del edil de Hacienda y las intervenciones de los grupos) es evidente que la táctica no puede verse alterada: repitamos los engaños y falsedades una y otra vez porque terminará calando. Aunque en esto no podemos negar que tenía en su antecesor un maestro de nivel.

Una vez más, una de las grandes mentiras fue reiterar que el ayuntamiento había perdido 30 millones de euros por la negativa de la oposición a firmar los acuerdos con el Canal de Isabel II. Pero en esta ocasión, les salió el tiro por la culata. El guante que le lanzamos para zanjar esta fantasmada, defendida por el concejal de Hacienda pero que tiene la rúbrica del propio alcalde,  no pudo ser más claro: si Fuenlabrada, municipio limítrofe y de circunstancias parecidas a Leganés, recibe esos famosos 30 millones de euros de aquí a un año, yo dimitiría. En caso contrario, dimitiría él. ¿Saben cuál fue la contestación? La del miedo. Habían sido atrapados en su propia trampa y decidieron huir dialécticamente e interponer un "tupido velo". Lamentablemente, los corifeos mediáticos seguirán machacando con esa patraña. Y es que a día de hoy ni un solo municipio firmante de esos "convenios" ha recibido ni un céntimo del Canal, ni ha habido ni un solo informe por parte de un técnico solvente, ni de interventora ni de secretario municipal que haya respaldado ni siquiera mínimamente esa millonaria cifra.
¿Quizás por eso sigue sin ponerse en marcha la auditoría? De los empleos de Eurovegas permítanme que ni lo comente por respeto a los humoristas españoles, muy superiores en gracia al sr. Adelson.

En defensa del concejal de Hacienda hay que reconocer que en su gobierno hay quien esgrime la mentira con mayor descaro. Seguramente el sector profesional del que proviene le haya dado esas tablas necesarias para no inmutarse. El señor concejal de Industria, Comercio y Empleo, ex empleado de banca, suministró una buena dosis de intoxicación en su intervención en defensa de la actuación del PP en el asunto de las preferentes, arremetiendo de paso contra ULEG. Pero tanto embadurnó su historieta que se terminó viendo como su actuación chorreaba de grasa y masa harinosa. Es lo que tienen los churros, que cuando se utilizan tanto para cuadrar las cuentas, como para calmar a las masas ante una deficiente gestión, terminan resultando indigestos. Eso sí, parece ser que las cuentas de El Cebadero han agradecido la "intermediación" municipal.