viernes, 2 de diciembre de 2022

El homenaje de ULEG a la Constitución Española. Ojo a los "Penélopes" de la convivencia

Os transcribimos el discurso de ayer en el acto de conmemoración a la Constitución celebrado ayer en Leganés:

Muy buenas tardes. Empiezo dando a todos un caluroso saludo de mi parte y de los que integramos Unión por Leganés-ULEG, felicitando a los más que merecidos galardonados con la medalla de la villa como es la CEMU con el gran Tío Alberto a la cabeza y a Cáritas, y deseando a los presentes una Feliz Navidad y un 2023 de progreso para todos. Y como el guión nos deja 2 minutos de intervención, vamos al meollo de nuestro discurso.

En la propia exposición de motivos de la Ley Orgánica de 1995 hoy vigente que aprobó el Código Penal se señala textualmente lo siguiente:

“Si se ha llegado a definir el ordenamiento jurídico como conjunto de normas que regulan el uso de la fuerza, puede entenderse fácilmente la importancia del Código Penal en cualquier sociedad civilizada. El Código Penal define los delitos y faltas que constituyen los presupuestos de la aplicación de la forma suprema que puede revestir el poder coactivo del Estado: la pena criminal. En consecuencia, ocupa un lugar preeminente en el conjunto del ordenamiento, hasta el punto de que, no sin razón, se ha considerado como una especie de «Constitución negativa».

El magistrado José Luis Requero redunda en esta idea y afirma con pluma certera que: “La “Constitución negativa” es el Código Penal. Y es negativa porque esos principios, derechos, etc. de la Constitución positiva los toma como bienes jurídicos para darles la más intensa protección, la penal. De no existir tal protección la Constitución acabaría en brindis al sol: por ejemplo, si constitucionalizo el derecho a la vida pero no castigo el homicidio, ya me dirán en qué queda ese derecho”.

 

Del mismo modo, y estas ya son palabras mías, si la Constitución consagra un modelo de estado y de convivencia entre españoles, pero no incluimos figuras penales que protejan ese estado y esa convivencia, estaremos ante un papel mojado. Por eso el código penal recoge bajo los Títulos XXI y XXII los delitos contra la constitución y el orden público, donde aparecen la rebelión y la sedición, respectivamente.

Y digo esto porque como llevo diciendo cada año en este atril, la mejor manera de homenajear a la Constitución es cumpliéndola. Y de poco sirven medallas, fanfarrias y gritos de viva España, de viva el rey o grita los goles de la selección, si no somos conscientes de que la constitución tiene 169 artículos y no solo los que le interesa al gobernante de turno, o de que flaco favor se hace a la Constitución y a la democracia si se la desarma vaciando de contenido un mecanismo de defensa, como es el delito de sedición, que además ha demostrado ser eficaz y no “un juguete en manos de jueces fascistas”, como afirma uno de esos que como Penélope en la Odisea dice tejer convivencia por el día, para desarmarla cada noche porque su fin último es desbaratar la base de todo orden político y social: la unidad de la nación española, principio que no es ni ideológico, ni partidista, sino estructural y que compartimos los millones de españoles que no queremos sentirnos extranjeros ni ciudadanos de segunda en ningún lugar de nuestra patria.

En estos tiempos de ruido y humo no perdamos la perspectiva, ni la histórica, ni, lo que es más importante, la de presente y de futuro: la unión es un valor capital y sabemos de sobra lo que pasa en este país cuando se destruye la unión, por lo que no la pongamos en riesgo por nada, y mucho menos para mantener el poder a toda costa, porque todo poder es efímero, pero no la responsabilidad que tenemos con las generaciones venideras a las que debemos entregar una democracia sana, con unas instituciones respetadas y respetables, y un estado de derecho que garantice el imperio de la Ley, la separación de poderes y las libertades de todos.

Y si en la vida se dice que sea cual sea la pregunta, el amor es siempre la respuesta. En política cualquier problema tiene solución en la unidad. Por eso les pido que, no solo unidos, sino también convencidos, digamos juntos: Viva Leganés, Viva la Constitución, Viva España.

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