Les dejo nuestro discurso de ayer en el acto conmemorativo del XXXIX aniversario de la Constitución Española que se celebró en el Centro Cívico José Saramago de Leganés.
Alcalde,
portavoces de los grupos políticos, miembros de la corporación, comisario del
Cuerpo Nacional de Policía de Leganés, mandos de la Guardia Civil y de la Policía Local, Bomberos, Protección Civil ,…, representantes de las casas regionales, directivos y miembros de multitud
de asociaciones y entidades del tejido social de Leganés, vecinos y vecinas en
general. Muy buenas tardes a todos.
Hoy
celebramos los 39 años de la constitución española, la norma que asienta los
cimientos de todas las instituciones de las que se ha dotado la Nación Española.
Una Nación que no es troceable, ni divisible, ni puede estar
sujeta a negociación o mercadeo porque no lo puede ser la centenaria historia y
de sentimientos que compartimos el conjunto de los españoles. Tampoco este
proyecto colectivo ni nuestro futuro puede estar condicionado a una nueva
versión de los reinos de taifa. Sangre, sudor y lágrimas fraguaron durante
siglos una España que no va a ser diluida por unos aprendices de brujo que
deberían dejar los experimentos para la gaseosa.
Dicho
esto, la mejor manera de homenajear nuestra Carta Magna no es con oropeles,
soflamas de patriotismo afectado y golpes de pecho. A la Constitución se la
brinda homenaje cumpliéndola. Desde su primer a su último artículo. Siendo
leales tanto a la letra de la misma como a su espíritu. A la Constitución se la honra con el ejemplo y la práctica diaria.
Porque
la Constitución puede tener defectos, necesidades de adaptación a unos tiempos
por esencia cambiantes, incluso achaques aunque aún no llega a los 40 años.
Ahora bien, que ninguna de sus carencias nos haga olvidar su principal virtud. Porque lo que hace de la vigente Constitución española excepcional
es que es la primera y única norma fundamental de nuestra Historia que no se
elaboró en contra de nadie, como un instrumento que enfrentara a unos con
otros, una norma que naciera ya sectaria. Al contrario, la Constitución de 1978
es un referente en el mundo por el esfuerzo de consenso, de integración, de
buscar que todos o la inmensa mayoría pudieran sentirse cómodos en ella y poder
llevar adelante sus diferentes proyectos políticos.
La actualidad ha hecho muy famoso al artículo 155, tan legítimo como el
resto de los 169 preceptos que conforman nuestra constitución. Pero hoy quiero
rendir tributo a uno de los más importantes y que lamentablemente se olvida en
demasía por todos los gobiernos y en todos los niveles territoriales. Es el 128.1,
que dice:
1.
Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual
fuere su titularidad está subordinada al interés general.
¿Merece reflexión verdad? ¿Se cumple?
Por
eso, más allá de las razonables críticas que se han hecho y se deben hacer de
nuestra Carta Magna, nunca olvidemos ese espíritu de concordia y de visión no
partidista y seamos conscientes del daño que podemos cometer si olvidamos esta
cualidad, tanto en las reformas que se han practicado como en las que se deban
hacer. Porque la mayor reforma y la más revolucionaria actitud que se puede
observar con la constitución es tomarse en serio su articulado y aplicarlo con
altura de miras y sentido de Estado.
Y
es que todos los días se le falta el respeto a la Constitución y a los valores
que la encarnan.
Incluso se la viola más a nivel local que en el ámbito
estatal o autonómico. Se ve menos y tiene menos trascendencia mediática, pero
no por ello es más leve. La imposición, rehuir la votación democrática
dentro del cauce legal no es respetar la constitución. Impedir
que un gobierno pueda ser controlado por el parlamento local no es respetar la constitución. Ser
los últimos en inversión social o gestionar unos presupuestos declarados
ilegales por los tribunales (precisamente por ampararse en norma declarada inconstitucional) no es la mejor manera de respetar la constitución. Poner
obstáculos al derecho a la información de los ediles y convertir en un elemento
opaco a modo de cortijo a las empresas municipales no es homenajear a la constitución. Que
el acceso al empleo público en un ayuntamiento no sea fruto del mérito y
capacidad sino que dependa de tener el carné de un partido y las simpatías del
que manda no ayuda a honrar a la constitución.
Del
mismo modo que se conculca la constitución cuando la igualdad ante la ley y de
oportunidades se convierte en papel mojado. Porque las medallas y distinciones
de la ciudad se ganan, no son objeto de comercio político. Porque hoy ni están todos los que son, ni son todos los que están. Por eso mi homenaje
a los que sí se merecen este reconocimiento público:
Hoy
se pone en valor la magnífica labor y brillante trayectoria de personas como
María Victoria Pavón y Asier Garitano, ejemplos de a donde se puede llegar con
humildad, talento y trabajo y cómo el patriotismo sano surge de donde paces y
no de donde naces. Muchas gracias por ser como sois.
Hoy
se alaba con justicia la extraordinaria función en garantía de nuestros
derechos y libertades que ejercen la Policía Nacional
y la Guardia Civil.
Tener al ángel custodio como patrón y el sobrenombre de
benemérita no es por casualidad. Felicidades.
Y
esta tarde se da un sentido recuerdo al constructivo papel que los sindicatos
mayoritarios UGT y CCOO aportan como agentes sociales. El progreso de España no
se entendería sin el diálogo social que representáis. Gracias de corazón.
A todos ellos, felicidades y la más sincera enhorabuena desde Unión por Leganés-ULEG. Y por mi parte, además de felicitaros a todos las fiestas y desearles lo mejor, quiero concluir exclamando sin aspavientos, pero sin complejos:
¡Viva nuestra Constitución, Viva Leganés y Viva España!
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