martes, 19 de septiembre de 2017

Déjà vu en Leganés

Define la enciclopedia cibernética más popular el término déjà vu como "ya visto antes",  un tipo de paramnesia del reconocimiento (en contraposición a las paramnesias del recuerdo) de alguna experiencia que sentimos como si se hubiera vivido previamente.

Y este déjà vu alcanza en Leganés un grado superlativo. No falla, sectores políticos, sociales y económicos afines al poder, parásitos del mismo o que aspiran a serlo se contubernian y conspiran para intentar acabar con aquel elemento que no controlan, que es incorruptible, que como némesis que les recuerda su deformidad moral se atreve a señalar la desnudez del rey y la cara oculta de la luna. Ha pasado desde que ULEG comenzara su andadura política allá por 2003. Un partido del siglo XXI para vecinos del siglo XXI que desprecia las prácticas del s. XIX que aún perviven con intensidad en los municipios españoles y, cómo no, en Leganés: caciquismo, turnismo corrupto, nepotismo, oclocracia, mediocridad e ineptitud en la gestión, abulia, molicie...

A pesar de no haber cumplido aún los 40 años son muchas las batallas que ya hemos librado contra las arañas que tejen esas telas en las que es fácil caer si no cuentas con la voluntad y el arrojo suficiente. Son arañas ladinas, pero también serpientes, pájaros, lagartos y lagartas que conscientes de su bajeza e innoble espíritu sólo les queda el camino de la difamación, la persecución, el hostigamiento y la "excomunión". Quedan testigos de cómo PP, PSOE e IU amedrentaron y amenazaron hace más de una década a un director de periódico local por publicar las propuestas y denuncias de ULEG. Más de uno ha visto cómo quisieron acallarnos con querellas millonarias que sólo mostraron la debilidad de quien las interponía. Hubo épocas que lo mismo "Ahora" quieren repetirse donde pigmeos intoxicadores arremetían contra lo que ellos nunca podrán ser: honrados, eficaces, transparentes y ejemplares. Han pretendido nuestra inhabilitación política, profesional y personal y todo el que lo ha pretendido ha terminado, seguramente por los designios del karma, ahogándose él solito en cloacas infectas. 

La aglutinación de intereses espurios y, sin duda corruptos e insanos, para en sindicado concierto intentar destruir a ULEG, a quien esto escribe y a lo que representamos será un ejercicio tan ruin como inútil. Ya les adelanto el final: van a perder. Y será una derrota dolorosa y catártica, ya que será definitiva. Porque la verdad no necesita cómplices y ya se han generado las suficientes semillas y abonado suficientemente el campo para que puedan venir muchos otros que "cantarán incluso con mejor plectro".  

Está cerca, muy cerca. El miedo provoca en el hombre un olor especial e intenso. Y lo noto. Por eso hoy no utilizaré los versos de Quevedo y su "no he de callar" frente a los Olivares y otros fatuos sátrapas que en el mundo han sido, sino la famosa frase de Gandhi que, como el If de Kipling, siempre tengo en la cabecera:




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