Alcalde,
portavoces de los grupos políticos, miembros de la corporación, mandos del
Cuerpo Nacional de Policía de Leganés, Guardia Civil, Policía Local, Protección
Civil, representantes de las casas regionales, directivos y miembros de
multitud de asociaciones y entidades del tejido de Leganés, vecinos y vecinas
en general. Muy buenas tardes a todos.
Con
ocasión de la celebración del 38º aniversario de la Constitución Española
también homenajeamos a distintas personas, colectivos, instituciones o emblemas
de nuestra ciudad. Todos ellos son merecedores del reconocimiento público de
este Consistorio y de esta Villa, quedándose obviamente hoy otros muchos sin
esa mención honorífica, pero como se suele decir, esta tarde “son todos los que están aunque
no están todos los que son”.
No
cabe duda de que el elenco es plural, heterogéneo y abarca todo el arco
ideológico y social. Desde el ámbito de lo deportivo, lo educativo, lo
cultural, lo sindical o incluso lo religioso, se pretende en el acto de hoy
trasladar al plano simbólico, lo que es la
riqueza misma de una sociedad democrática.
PREMIADOS
Desde
Unión por Leganés-ULEG aprovechamos este momento para transmitir nuestra
felicitación y cariño a Eva Calvo, al Colegio de la Inmaculada de las Hijas de
la Caridad de San Vicente de Paúl, a las Víctimas de los asesinatos del
despacho de los abogados laboralistas de Atocha, a la Hermandad de Nuestra
Señora de Butarque, virgen patrona de Leganés, y a Santiago Gómez Valverde. D.
Santiago.
El
valor de una constitución no lo otorgan los años que lleve en vigor, sino su
capacidad para zanjar o al menos canalizar los pleitos del pasado, responder
con eficacia a los retos del presente y dar soluciones y anticipar vías a las
interrogantes del futuro. No hay
constitución perfecta, como tampoco lo es el ser humano que las crea. Por
eso hay que huir tanto de quienes ven a la norma fundamental que rige la
convivencia de los españoles como un dogma o un catecismo inmutable como de
quienes frívolamente quieren echar por tierra todo lo andado y empezar de cero.
Aprendamos
las lecciones de la historia si no queremos repetir algunos de sus devastadores
efectos. De la Transición, periodo donde quien les habla debía estar en
proyecto, (ayer mismo cumplí 39 años) pontifican pretenciosamente muchos, demasiados,
máxime cuando una gran mayoría de los que lo hacen no vivió ese tiempo. No
cometeré el error de calificar un ciclo con sus luces y sombras, como es la
historia de toda nación. Pero sí me detendré en uno de los aspectos más
importantes de ese proceso, en esa frase
que marcó la época y que hizo célebre Torcuato Fernández Miranda: “de la ley a
la ley, pasando por la ley”.
Porque
con la legalidad no se negocia. La ley
ha de ser siempre no sólo un camino, sino el camino. Y esto vale cuando se
habla de la constitución y de su reforma, pero también cuando se habla de presupuestos municipales o de directores
generales. Los atajos en determinados campos son tentaciones peligrosas.
Ahí anida el germen de la demagogia y del populismo mal entendido, amén de la
corrupción, dolencias que son transversales a toda ideología y partido político y de lo que es
conveniente vacunarse con grandes dosis de valentía y sentido de la
responsabilidad.
¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD?
¿Y qué es la responsabilidad? A mi juicio es actuar bajo los
dictados de la conciencia y la coherencia, no de la conveniencia, y mucho menos
si esta última es privada y personal.
Actuar
con responsabilidad es hacerlo sin hipotecas, sin amiguismos, sin violencia, sin
más compromiso que con la
verdad. Porque querido alcalde, “amigo soy de Platón, pero más lo soy de la verdad”. Y digo esto
porque este sábado pasado le oímos en el auditorio de la Universidad al cerrar
con su discurso la magnífica actuación de villancicos que hicieron las casas
regionales de nuestro pueblo decir que “en España nadie pasa hambre”, lo que
provocó un lógico revuelo. Sr. Alcalde,
una nación no debe ser examinada por cómo vive el más rico, sino por cómo lo
hace el más pobre. Ahí se ve el verdadero nivel de justicia social. Y en
España hay pobres, y en España hay gente que pasa hambre. Negarlo desde una
posición de privilegio no es precisamente responsable.
Quiero
concluir abogando por el hecho de que hay que esforzarse por huir de las dos Españas de las que hablaba Machado,
la que muere y la que bosteza, pero ambas, “españolito que vienes al mundo”,
para helarte el corazón. Es un reduccionismo que no comparto. Hay tantas
Españas como españoles. Hay 45 millones de Españas. La clave está en saber qué
es lo que nos hace fuertes. Y la fuerza nos la da la unidad y la comunión en
unos valores compartidos. Unos valores que siguen tan vigentes como cuando se
esgrimieron en la
Francia Revolucionaria hace más de dos siglos: Libertad,
Igualdad y Fraternidad. Valores que enraízan en la dignidad humana, esa
dignidad universal que no conoce de sexo, raza, credo o condición social,
porque no hay mayor valor que la persona
misma, sin etiquetas.
"HOMO HOMINI SACRA RES"
No
lo olvidemos y por eso hago propio el lema de la Universidad Carlos
III , nuestra universidad, y del hispanorromano Séneca “homo homini sacra res”. El hombre es
una cosa sagrada para el hombre. Esa es
la mejor patria, la mejor ideología y la mejor Constitución.
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