martes, 20 de diciembre de 2016

Constitución y política local. La legalidad no se negocia.

Os dejo el discurso que ayer pronunciamos con ocasión del acto de homenaje ("tardío" vistas las fechas) por el 38º aniversario de la Constitución y el reconocimiento con la medalla de la Villa de Leganés a diversas personas y colectivos. Escoció bastante al alcalde y su tropa, pero como dijo el ilustre Ramón y Cajal, "¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?".

Alcalde, portavoces de los grupos políticos, miembros de la corporación, mandos del Cuerpo Nacional de Policía de Leganés, Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, representantes de las casas regionales, directivos y miembros de multitud de asociaciones y entidades del tejido de Leganés, vecinos y vecinas en general. Muy buenas tardes a todos.

Con ocasión de la celebración del 38º aniversario de la Constitución Española también homenajeamos a distintas personas, colectivos, instituciones o emblemas de nuestra ciudad. Todos ellos son merecedores del reconocimiento público de este Consistorio y de esta Villa, quedándose obviamente hoy otros muchos sin esa mención honorífica, pero como se suele decir, esta tarde “son todos los que están aunque no están todos los que son”.

No cabe duda de que el elenco es plural, heterogéneo y abarca todo el arco ideológico y social. Desde el ámbito de lo deportivo, lo educativo, lo cultural, lo sindical o incluso lo religioso, se pretende en el acto de hoy trasladar al plano simbólico, lo que es la riqueza misma de una sociedad democrática.

PREMIADOS
Desde Unión por Leganés-ULEG aprovechamos este momento para transmitir nuestra felicitación y cariño a Eva Calvo, al Colegio de la Inmaculada de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, a las Víctimas de los asesinatos del despacho de los abogados laboralistas de Atocha, a la Hermandad de Nuestra Señora de Butarque, virgen patrona de Leganés, y a Santiago Gómez Valverde. D. Santiago.

El valor de una constitución no lo otorgan los años que lleve en vigor, sino su capacidad para zanjar o al menos canalizar los pleitos del pasado, responder con eficacia a los retos del presente y dar soluciones y anticipar vías a las interrogantes del futuro. No hay constitución perfecta, como tampoco lo es el ser humano que las crea. Por eso hay que huir tanto de quienes ven a la norma fundamental que rige la convivencia de los españoles como un dogma o un catecismo inmutable como de quienes frívolamente quieren echar por tierra todo lo andado y empezar de cero.

Aprendamos las lecciones de la historia si no queremos repetir algunos de sus devastadores efectos. De la Transición, periodo donde quien les habla debía estar en proyecto, (ayer mismo cumplí 39 años) pontifican pretenciosamente muchos, demasiados, máxime cuando una gran mayoría de los que lo hacen no vivió ese tiempo. No cometeré el error de calificar un ciclo con sus luces y sombras, como es la historia de toda nación. Pero sí me detendré en uno de los aspectos más importantes de ese proceso, en esa frase que marcó la época y que hizo célebre Torcuato Fernández Miranda: “de la ley a la ley, pasando por la ley”.

Porque con la legalidad no se negocia. La ley ha de ser siempre no sólo un camino, sino el camino. Y esto vale cuando se habla de la constitución y de su reforma, pero también cuando se habla de presupuestos municipales o de directores generales. Los atajos en determinados campos son tentaciones peligrosas. Ahí anida el germen de la demagogia y del populismo mal entendido, amén de la corrupción, dolencias que son transversales a toda  ideología y partido político y de lo que es conveniente vacunarse con grandes dosis de valentía y sentido de la responsabilidad. 

¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD?
¿Y qué es la responsabilidad? A mi juicio es actuar bajo los dictados de la conciencia y la coherencia, no de la conveniencia, y mucho menos si esta última es privada y personal.

Actuar con responsabilidad es hacerlo sin hipotecas, sin amiguismos, sin violencia, sin más compromiso que con la verdad. Porque querido alcalde, “amigo soy de Platón,  pero más lo soy de la verdad”. Y digo esto porque este sábado pasado le oímos en el auditorio de la Universidad al cerrar con su discurso la magnífica actuación de villancicos que hicieron las casas regionales de nuestro pueblo decir que “en España nadie pasa hambre”, lo que provocó un lógico revuelo. Sr. Alcalde, una nación no debe ser examinada por cómo vive el más rico, sino por cómo lo hace el más pobre. Ahí se ve el verdadero nivel de justicia social. Y en España hay pobres, y en España hay gente que pasa hambre. Negarlo desde una posición de privilegio no es precisamente responsable.

Quiero concluir abogando por el hecho de que hay que esforzarse por huir de las dos Españas de las que hablaba Machado, la que muere y la que bosteza, pero ambas, “españolito que vienes al mundo”, para helarte el corazón. Es un reduccionismo que no comparto. Hay tantas Españas como españoles. Hay 45 millones de Españas. La clave está en saber qué es lo que nos hace fuertes. Y la fuerza nos la da la unidad y la comunión en unos valores compartidos. Unos valores que siguen tan vigentes como cuando se esgrimieron en la Francia Revolucionaria hace más de dos siglos: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Valores que enraízan en la dignidad humana, esa dignidad universal que no conoce de sexo, raza, credo o condición social, porque no hay mayor valor que la persona misma, sin etiquetas.

"HOMO HOMINI SACRA RES"

No lo olvidemos y por eso hago propio el lema de la Universidad Carlos III, nuestra universidad, y del hispanorromano Séneca “homo homini sacra res”. El hombre es una cosa sagrada para el hombre. Esa es la mejor patria, la mejor ideología y la mejor Constitución.

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